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  • Foto del escritorAdrián Gusqui

¿Qué es Pop Sucio Records?

Pasa un bus, pasan dos y a mi lado está un policía hablando por teléfono. Siento que estoy en una de las tantas raíces de Quito, en esos barrios donde se queman los años viejos en fin de año, y todas las familias se abrazan sin importar si se conocen o no. El mapa marca que estoy en Monteserrín (norte de Quito).


Confundido por no encontrar la puerta por donde saldrá Pablo Suarez (fundador de Pop Sucio Records), miró a todos lados, sorteando miradas a tres casas distintas, pensando que “debí pedir el nombre del edificio”.


Pablo Suarez en su dormitorio | F: Adrián Gusqui
Pablo Suarez en su dormitorio

Pasan siete u ocho minutos y Pablo sale de un condominio, vamos a una tienda y compramos cigarros y una Sprite, volvemos, y ahora si entramos a su casa, donde vive con sus padres, y a la vez, es la matriz del sello discográfico Pop Sucio Records, lugar que ha visto nacer a los álbumes de Laguna Guna, Niño Baldío, Koala Precipio, Porno., entre otros.


Él tiene 26 años, es graduado de Música en la Universidad de Las Américas y produce discos, el último fue ‘Piscinas’, de Laguna Guna, que por pura coincidencia esa tarde lo está terminando, “hoy debo terminar esto”, dice, lanza una risa liguera y nos enseña su espacio de trabajo, que es el escritorio de su cuarto. “Este es el interfaz”, señala, ubicado estratégicamente en donde iría el teclado de la computadora. Le pregunto que qué es eso, mientras apunto con mi dedo un aparato azul, con un poco de polvo y muchos botones, “es un grabador de casetes”, me responde.


Tiene su computadora prendida, con el programa en el que está dándole los últimos toques al álbum de Laguna. Su cuarto es una feria de música, con estantes repletos de discos, guitarras acomodadas en el piso o en las esquinas, con sus dos álbumes de Los Beatles en una cómoda y una manta roja en su cama.



Este cuarto es la primera parte de Pop Sucio Records, sello al que Pablo prefiere mantenerlo en perfil bajo, al mismo tiempo que lo va consolidando como el punto de apoyo para nuevas bandas, principalmente en la capital, que necesitan producir sus discos.


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Una semana antes, en la planificación de la visita a su casa, Pablo me explica en una nota de voz de 12 minutos toda la historia de Pop Sucio. Al inicio no lo escucho con claridad, el audio parece lo-fi en su primer minuto. Luego se edita por sí sólo y escucho la historia detrás de todo.


Las influencias directas de Pablo son claras. Dischords Records es una de ellas, una disquera estadounidense que nace en los ochentas y se enfoca en la producción independiente de la escena hardcore. Lo que rescata de este ejemplo, dice Pablo, es el trabajo en comunidad para sacar sus propios productos; como la elaboración de los artes, de los discos, afiches y festivales desde las propias bandas en el sello. Cosa que Pop Sucio hace actualmente.


La disquera quiteña empieza a gatear en 2014 y 2015, cuando Pablo estudiaba en la U. Su primer paso fue un proyecto llamado Ómicron con Alejandro (Koala Precipicio) y Mateo Castillo (Alkaloides); juntos grabaron un tema llamado ‘Cocoa’, que incluye video. A esta invención, Pablo la recuerda como “el primer intento de algo que pudo ser comercial”. Un año después, en 2016, llega el primer proyecto serio para la disquera y con ello su nacimiento oficial: el EP de Porno., con esto aprovecha que fue su año de tesis y Pablo realiza su trabajo final de carrera enfocado al lo-fi (música grabada con medios de grabación de baja fidelidad).



En el EP de Porno. él buscaba el sonido adecuado para el álbum, el que él quería. Muchos productores, nos cuenta, le decían que el sonido estaba “muy sucio” o no sonaba nada bien, sin embargo se muestra seguro al hablar, sabe lo que quiere y así lo ha hecho con todos los discos que ha producido.


Este primer EP lo grabó con una cinta de cassete, una guitarra de $15 y un solo micrófono. Luego de esta aventura vendría el disco ‘Todos se van’, de Koala Precipicio, quien para ese entonces, y luego de haber eliminado algunas canciones que tenía en internet, llegaba a la producción del disco con un nuevo estilo. Esta segunda oportunidad le serviría a la disquera para avanzar a un nuevo paso: diseñar discos (portada, caja y cd). El tercer disco producido fue de una amiga argentina de Pablo que se llama Tani, la conoció justamente por la tesis, había grabado todas sus canciones en el micro de su computadora y él le ofreció el rediseño de la portada del disco, además de producir lo que a ella le faltaba.



Con la banda dueña de “Tus amigos son horribles” la idea no era pertenecer a la típica banda que sube sus temas a soundcloud o bandcamp, cuenta Pablo, ellos “quieren más”, él dice que lo principal es creer que están un paso más allá. Idea que intenta transmitir a todas las bandas que pasan por Pop Sucio Records.


Además, explica el porqué del nombre de la disquera, relacionándolo al estilo de música que ha producido. Él sabe que hace pop, pero lo califica de “pop underground”, “de maldad” o “de suciedad”. Por eso ‘Pop Sucio’, detalle sonoro que se escucha notablemente en casi todas las canciones que salen de la casa en donde vive Pablo.


Así, en poco tiempo ya iban 3 productos en la disquera.

Logo de Pop Sucio Records | Fuente: Facebook de Pop Sucio
Logo de Pop Sucio Records

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El camino después de estos tres primeros pasos fue pesado para Pablo, pues él cuenta que tenía que vender los discos en los conciertos, y a veces los regalaba, generalmente a músicos, como a Leo Espinoza y José Orellana, a quienes avistó en un festival en Riobamba.


Él cuenta que “trata de mover la música” de esa manera.


Los discos, cada vez más cuantiosos, fueron pasando a segundo plano cuando otra idea nació en su historia: organizar festivales. Aunque son conscientes que no han sido muchos, hay algunos que recuerdan muy bien, como el ‘Sucio Festival del Amor’, donde Pedro Bonfim le escribió a Pablo y le pidió que metieran a Lolabúm en el line-up y este último que pasó: ‘Terror Pop’.


Esta idea de organizar festivales sale de una ya creada por la disquera Laptra en Argentina, donde la idea es organizar los festivales con las bandas del sello, y así autogestionar todo lo que suceda dentro de la disquera, marcando la importancia en los gastos de difusión, diseño y producción.

Pablo trabajando en el álbum 'Piscinas', de Laguna Guna | F: Adrián Gusqui
Pablo trabajando en el álbum 'Piscinas', de Laguna Guna

Lo que siguió de estos festivales fue la producción del disco de Niño Baldío y Laguna Guna. Lo que seguirá, según Pablo, será la producción del disco de Porno., nuevas reediciones de canciones de Koala Precipicio y conseguir la unión a Pop Sucio de Sebastián Valbuena con su proyecto ‘Pequeñas Derrotas’, donde a pesar de que Sebastián grabó sus canciones por su parte, Pablo se encargó de masterizarlas.

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Acabando de escuchar estos 12 minutos de nota de voz, vía whatsapp, ahora sí me adentro en la casa de Pablo. Donde primero me enseña su interfaz, que calcula haberlo comprado con algún dinero de un cumpleaños. Nos presenta dos guitarras, una comprada en Mercado Libre a $70, otra de $15 y un micro pequeño, que cuenta haberlo usado en el Terror Pop y para la grabación de algunas canciones.


Lo que se debe saber de Pop Sucio es que no tienen una tarifa de cobros en cuanto a grabación de discos, pues no son un estudio de grabación, Pablo admite que todavía no llegan al nivel de Semifusa Estudios, Carter o Iguana Records, sin embargo, cree que la mejor manera de llevar a flote un proyecto como este es juntarte con gente que quiera trabajar, se adopte a tu estilo y ponerle corazón y esfuerzo a todo lo que se haga. Uno de sus objetivos a largo plazo es que la disquera si sea un estudio de grabación, aunque para eso él es consciente que necesita a más gente que trabaje de lleno en la producción.


Respecto a las críticas que pueden nacer sobre el estilo de la música que sale de la disquera, Pablo mantiene durante la respuesta un aire de tolerancia. “Todo bien”, responde que diría a alguien que no le gusta, ya que su objetivo no es buscar convencimiento. Él, desde ejemplos del exterior, hasta su aplicación en el país, reconoce que lo hace con alegría y le gusta cuando al público le interesa lo que se hace.


Antes de subir al cuarto de estudio, que queda en el segundo piso, hablamos sobre “la escena independiente”, que para él ha dejado de existir, porque reconoce que no todas las independencias musicales se parecen, y algunas no son del todo independientes. Se le hace “feo” llamarle escena independiente a todo el grupo de bandas que han salido, porque para él no todo se parece. Cita un ejemplo, el de Mateo Kingman. Pablo dice que una escena no se parece a otra desde el público, él no busca al público de Kingman, y no por discriminación, sino porque su target es otro, entonces llega a la conclusión que no hay una “escena”, sino un conjunto de escenas muy diferentes entre sí, con otros estilos, objetivos y proyectos a largo plazo. Además de comparar el tipo de independencia con artistas de renombre y las bandas más “under”, donde se puede notar la brecha entre la verdadera independencia.

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Vamos al segundo piso, lugar en el que queda un salón de estudio, con una batería y un micro, donde hace unos 10 minutos Koala daba clases de batería. Es un lugar oscuro con dos focos y una silla naranja. El bombo de la batería tiene “tatuado” las palabras ‘Pop Sucio’ con cinta. Hay un pequeño pasillo, donde se esconde un sillón con una cómoda a lado, ahí descansa una botella de norteño abierta y colillas de cigarro. El ambiente se siente musical, popero y rockero a la vez, y un poco caluroso. Este segundo piso es la aspiración de Pablo a futuro, él quiere que este sea un estudio de verdad.



Le tomo una foto y la luz nos favorece para alumbrar su rostro.


Antes de irme recorremos pequeños pasillos de su casa, que se inunda en cada esquina de instrumentos, pedestales y objetos que no puedo reconocer.


A la salida él fuma, le pregunto el nombre de su gato, -se llama ‘gato’- responde, me arrimo en el auto de Pablo y me dice que le robaron en el concierto en la Chicharra. El auto no tiene cerebro y dos de sus ventanas están rotas. Afortunadamente no les robaron los instrumentos, dice, pero lo que le pone triste a Pablo es que ese es el carro de las bandas. No obstante, le ve el lado bueno. Piensa organizar un festival para los arreglos, y como primicia aún no confirmada, espera que a él se pueda unir Lolabúm.


Ahora sí nos despedimos, la disquera se va quedando en silencio. A lado de la casa de Pablo hay una parada de bus, donde esperamos 20 minutos, el lo-fi del motor de un bus nos lleva a la Río Coca, a algunos kilómetros de Monteserrín, en donde nace y crece Pop Sucio Records.


Donde renace la verdadera independencia.

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