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  • Foto del escritorAdrián Gusqui

Las Siluetas de Infinito Zen

Es irónico, profundo y suertudo encontrar la etiqueta para la eternidad, puede estar en algún baúl, o en un pedacito de canción, en una frase como “Deja vú, Infinito Zen”, o en la recomendación atinada de un primer productor.


Esta es la historia y el presente de Infinito Zen, banda guayaquileña que allá por el 2016 de la cabeza de Ricardo Alemán, el productor de su primer EP, se definió el nombre que retumbó desde una frase de la canción ‘Soy mi propio hechizo’ del EP ‘Las Acuarelas Japonesas de la Dinastía Qin’, “Deja vu, Infinito Zen” decía. La banda cuenta que no se dieron cuenta pero “que el nombre siempre estuvo ahí”.


'Las Acuarelas Japonesas de la Dinastía Qin', álbum - Infinito Zen


Pero estos 4 guayacos (Boris Gallino - Guitarra y voz; Javier Santana – Bajo; Kevin Okaña – Batería; Carlos Miguel Ramírez - Guitarra y voz) no se quedaron con las ganas de vivir en su primer EP, hace poco, en marzo, sacaron a la luz ‘Siluetas Disueltas’, un compilado de catarsis auditiva con 9 canciones, las cuales penetran en el psique y la historia de cada una de ella con quienes lo escuchan.


Es un hilo conductor”, dice la banda acerca de Siluetas, “aunque hay canciones que parece que no estuvieran conectadas”. Es una producción contradictoria pero con un mismo fin, una suerte maquiavélica que conjuga la explosividad y el minimalismo musical.



Otro detalle para que Infinito Zen se aleje de la superficialidad son sus detalles internos, como el que este disco es de producción de Mauro Samaniego, sí, la voz de Da Pawn y La Tri. Quien hace 5 años para la banda era una joya que escuchaban en Soundcloud, y ahora es su padrino musical.


¿Qué dicen del trabajo de Mauro como productor?


Mauro es un visionario. La tiene re clara. Es un gran artista, nos ayudó muchísimo a ordenar los temas y a sacar lo mejor de las canciones. Es muy agradable trabajar con él.


De Mauro nos cuentan que se podría decir que un gran momento fue cuando él grabó en su casa un demo de ‘El Camino’ para poder explicarnos las armonías de las voces. Capaz en el quinto aniversario del disco la sacamos a la luz.



Como una suerte de hechos y vivencias dicen que hubo algunos momentos mágicos, con mucho magnetismo, absolutamente sensoriales.


En nuestra cata musical nos atrevemos a compararlos con los mexicanos de Camilo VII, ellos responden “vamos a tener que escucharlos” mientras ríen. Hablamos de sus influencias, que van desde Cristóbal Briceño, Brian Eno, The Beatles a Eduardo Mateo, Promesas Temporales, La Madre Tirana, Spinetta, Joni Michell, Big Star, Elliot Smith, y un gran etc. Son un shampoo de influencias, pero de esos que te regeneran el cuero cabelludo, en este caso tus gustos melómanos.



‘Siluetas Disueltas’ (el nombre) nace de Boris, integrante de la banda, “tiene que ver con disolver el ego, diluir lo superficial en nuestra carga, ir por un camino nuevo”, más claro: una onda hippie.


'Siluetas Disueltas', álbum - Infinito Zen


Infinito Zen esconde rescoldos de estudio de domingos, de esos que descubres en soledad, al estar viendo la portada del disco y preguntarte sobre el color de las líneas, la dirección de los cuadrados y la negritud de los rostros desencajados. Sí, refiriéndose a aquel encontronazo artístico de su portada de disco, que hasta eso te marca para escucharlo.


Bien dicen, para cuestionarse desde su inspiración: Viendo como los tucanes comen mandarinas, en algún libro de Castañeda en una montaña de Piñas, tocando una guitarra sin la sexta cuerda. Yendo al infinito, siendo zen, a la par de sus siluetas.



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